20 Oct 25

Fatiga de alertas

Cuando todo suena como urgente, nada resulta importante

La fatiga de alertas ocurre cuando el volumen de notificaciones y alarmas es tan elevado que se pierde la capacidad de distinguir entre lo que requiere atención inmediata y lo que  no.

En esencia, la mente se «acostumbra» al bombardeo constante de información, haciendo que las alertas importantes pasen desapercibidas o sean ignoradas.

El resultado es conocido: respuestas tardías, pérdida de foco y una creciente sensación de agotamiento que eventualmente puede derivar en incidentes reales y en una carga mental difícil de sostener. El agotamiento profesional que experimenta el personal de ciberseguridad se traduce en menor productividad, errores y al final también en aumento de rotación de expertos.

De la vigilancia crítica al ruido permanente

El exceso de alertas no ocurre de un día para otro sino que es el resultado de una suma de pequeños desequilibrios que se normalizan con el tiempo.  Los sistemas de monitoreo que una vez fueron aliados se convierten en generadores de ruido. Estas son las razones más habituales:

  • Volumen excesivo: se notifican demasiados eventos, muchos de ellos irrelevantes.
  • Diseño pobre de las alertas: si la alerta no aporta contexto, no indica severidad, o genera muchas falsas alarmas, pierde impacto.
  • Falsos positivos: alertas que no implican riesgo real pero consumen tiempo de análisis. El equipo se acostumbra a “esperar que no sea nada” y a largo plazo genera desconfianza en el sistema.
  • Falta de ajuste al contexto: muchas alertas se configuran genéricamente, sin tener en cuenta qué aplicación, qué tráfico, qué perfil de usuarios están implicados, ni el impacto que tendría la indisponibilidad.
  • Sobrecarga cognitiva: mantener la vigilancia 24/7 genera un nivel de atención difícil de sostener.
  • Herramientas inconexas: cuando los sistemas no comparten información, se multiplica el ruido y se diluye la relevancia.

Cada una de estas llamadas de atención, que por separado se pueden gestionar, combinadas acarrean un riesgo: aparece el cansancio, la pérdida de criterio y la desconexión emocional frente a las alertas. Lo que antes era una señal de advertencia se convierte en una interrupción más entre muchas.

El impacto en los equipos técnicos

En una encuesta global llevada a cabo por Kaspersky en 2025, el 18 % de los profesionales de ciberseguridad nombraron explícitamente la “fatiga de alertas” como uno de los principales puntos débiles de sus sistemas de protección.

La exposición constante a situaciones de vigilancia produce estrés y disminuye la capacidad de tomar decisiones precisas. En entornos críticos, ese margen de error puede traducirse en menor rendimiento operativo, pérdidas económicas e incluso  reputacionales.

La solución no pasa por aprender a “resistir más”, sino por filtrar, priorizar y automatizar la información para distinguir aquella que es verdaderamente crítica.

Cómo reducir la fatiga de alertas

El enfoque más eficaz combina tres ejes: configuración inteligente, observabilidad unificada y acompañamiento experto.

  • Ajuste de umbrales y prioridades: definir qué merece una alerta y qué se puede resolver de forma automática.
  • Contexto operativo: una alerta debe aportar información suficiente para actuar sin depender de múltiples fuentes.
  • Automatización selectiva: delegar al sistema las tareas repetitivas para liberar tiempo del personal técnico.
  • Análisis centralizado de anomalías: reunir en un solo panel el tráfico, el rendimiento y los eventos de seguridad.
  • Evaluación continua: revisar periódicamente la eficacia de las alertas y sus umbrales, eliminando el ruido innecesario.

Una gestión más serena de los incidentes

Transparent Edge contribuye a reducir la fatiga de alertas mediante un sistema de detección de anomalías configurable, que permite adaptar los umbrales a las necesidades específicas de cada sitio o aplicación web.

Las notificaciones se personalizan de forma independiente o bien siguiendo criterios definidos junto a nuestro equipo experto, para evitar duplicidades y priorizar lo que realmente requiere atención.

Como resultado, habrá menos alertas irrelevantes, mayor capacidad de reacción y un equipo que trabaja con claridad, no con sobresalto.